Jueves, 30 de Marzo de 2023

Entre los discursos y la realidad. Los pasivos del BCRA
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Todos los días los argentinos estamos sometidos a las distintas expresiones de la dirigencia política, donde se critican unos a otros, y nadie se hace cargo de sus propias responsabilidades, como si las acciones que realizan no tuvieran consecuencias, y resultaran ajenos a todo lo que generarán en función de gobierno. “El infierno son los otros" como diría Sartre
Pero ocurre que para unos y otros los datos que surgen de las estadísticas oficiales siempre les juegan en contra, ya que no tienen posibilidad de ocultarlos, aunque la dirigencia política cuenta, con que nadie se toma el trabajo de ir a las fuentes para ver cuánto de verdad existe en lo que dicen. A esto se suma el agobio causado por la creciente inflación, la precariedad laboral, el aumento de la pobreza, y todas las insuficiencias estructurales en los servicios públicos, lo que permite que, con excepción de especialistas e investigadores, nadie se tome el trabajo de contrastar lo que se dice, con lo que surge de las evidencias que existen en los archivos.
Aquí analizamos y presentamos los datos oficiales
Por Alejandro Olmos Gaona

La deuda pública del Estado sigue su carrera ascendente con algunas variables, y pareciera que no existe la menor intención de enfrentar el problema, con excepción de continuar con el sistema de deuda perpetua, que consiste en refinanciar permanentemente las obligaciones, pasándolas para adelante, acumulando intereses al capital, cambiando letras y bonos por otros, donde siempre se extienden los plazos aunque los intereses sean mayores. Es la vieja y venerable política financiera, que la definiera en 1984, el ministro de Economía de la dictadura José A. Martínez de Hoz, cuando dijo: “el capital no se paga nunca, lo que se pagan son los intereses”. Tal definición es la que determina que las obligaciones externas e internas, sean las que más inciden en el presupuesto nacional, que de tal manera detrae recursos que resultan prioritarios para otras áreas del Estado, como salud, educación, vivienda, ciencia y tecnología.

Tal como lo reitera el Ministerio de Economía, por recomendaciones de manuales estadísticos y a partir de definiciones internacionales, se utiliza el dólar como unidad de cuenta para dar comparabilidad y estandarizar las estadísticas. De esta forma, todas las cifras se expresan en su equivalente en dólares aplicando el tipo de cambio del último día hábil del período para convertir a dicha moneda las restantes deudas emitidas y pagaderas en: pesos, derechos especiales de giro (DEG), euro, yen, etc. La deuda bruta total está conformada por: 1) la deuda bruta en situación de pago normal, 2) la deuda bruta pendiente de reestructuración, es decir, la deuda elegible y no presentada al canje (Decretos 1735/04 y 563/10) y no cancelada a la fecha en el marco de los acuerdos contemplados en la Ley N° 27.249, y, 3) la deuda en situación de pago diferido no incluida en los canjes. La deuda pagadera en moneda extranjera incluye dólar estadounidense, euro, DEG, yenes y otras divisas. La deuda emitida en dólares, pero cuyo pago de capital e interés es en pesos, se clasifica como deuda en moneda local.

En diciembre del 2019, la deuda pública total era de 323.065 millones de dólares. Siendo el 78.1 en moneda extranjera, y el 21.9 en moneda local. Después del canje del año 2020, y los acuerdos celebrados con el Fondo Monetario Internacional, la deuda pública al 28 de febrero del corriente se elevó a 394.150 millones de dólares, estando el 66% en moneda extranjera y el 34% en moneda local, aunque estas cifras son estimadas como lo advierte el Ministerio de Economía en sus informes. Habría que sumarle por ejemplo alrededor de 12.000 millones por los cupones atados al PBI., lo que llevaría el stock total de deuda a 406.150 millones de dólares.

En el año 2022, la deuda creció 27.578 millones de dólares y a pesar de los pagos efectuados al FMI, la deuda con esa institución es ahora de 42.839 millones de dólares.

Debido a que entre abril y junio vencían 7.5 billones de pesos en letras del Tesoro, el Ministerio de Economía efectuó un  canje  de letras con los tenedores de las mismas, al que entraron esos instrumentos por valor de 4.3 billones, para postergar los vencimientos para el año 2024 y 2025. El canje se efectuó por títulos atados a la inflación y otros duales atados a la inflación o ajustados por el tipo de cambio. El 52% de los bancos optaron por los primeros títulos y el 48% restante por los bonos duales. Si bien esto despeja los vencimientos inminentes de la deuda pública, el costo financiero va a ser importante, volviendo a engrosar los montos de la deuda pública en esa subida indetenible, que el gobierno no tiene forma de resolver.

LA DEUDA CUASI FISCAL    

El año pasado en la página web del Banco Central de la República Argentina su presidente Miguel A. Pesce, justificó el endeudamiento de la institución monetaria, a través de la emisión de letras de liquidez (LELIQ) tratando de mostrar que los pasivos remunerados como están en manos de las instituciones financieras, sirven para respaldar el ahorro de las familias y empresas, aunque nada dijo sobre el enorme costo fiscal que tal operatoria significa.

Pesce sostuvo en su nota que “Es así que el BCRA absorbe ese exceso de liquidez y fija la tasa de interés para preservar el valor del ahorro argentino. Esto se hace sustancialmente con dos de los instrumentos monetarios mencionados: los pases y las Leliq. La remuneración que se paga por dichos instrumentos sustancialmente tiende a compensar el deterioro que sufre la moneda en el proceso inflacionario a la espera que esos recursos se conviertan en financiamiento a través de la demanda de crédito”. El exceso de liquidez como lo llama, es producido por la emisión monetaria que se pretende esterilizar, a través de la emisión de Leliq. Como la tenencia de tales letras de liquidez está limitada exclusivamente a las entidades financieras, donde se canaliza el ahorro argentino, según lo expresa Pesce, eso les permite “a las entidades financieras remunerar a los ahorristas preservando relativamente sus ahorros” (sic).

Pareciera que para el presidente del Banco Central esa operatoria careciera de costo alguno, y solo tuviera como objeto que la inflación fuera morigerada para los que tienen capacidad de ahorrar, así preservan “relativamente” sus ahorros, y esa palabra la consigna Pesce, porque la tasa de política monetaria que es la que muestra los rendimientos de los pasivos, siempre resulta inferior a la tasa anualizada de inflación que muestra la propia institución en su página.

 Para actualizar algunos números y mostrar como se continua con el sistema, sin encararlo desde otra perspectiva que permita poner término a esta forma de tributo permanente que debemos pagar a los acreedores, presentamos el siguiente gráfico que refleja los pasivos del BCRA: 

Fuente de datos: Resúmen del Balance del BCRA al 23 de marzo de 2023

 

La deuda cuasifiscal del Banco Central por emisión de Leliq era en diciembre del año 2019 al finalizar la presidencia de Macri de 1.041.276.339.000, y la tasa de interés de las mismas era del 55%. Actualmente y de conformidad con lo que surge del último balance semanal del Banco Central, la deuda ha crecido hasta la suma de 12.239.428.443.000, siendo actualmente la tasa de interés del 78%, lo que significa un rendimiento anual del 113%, dado el mecanismo de refinanciación con el que se opera. 

Este procedimiento ha generado una deuda verdaderamente explosiva, que pareciera no se quiere enfrentar y el Banco Central solo se limita a continuar con las mismas pautas seguidas hasta ahora, sin que el gobierno de la Nación de una explicación sobre cómo piensa resolver este problema que no solo afecta a la institución monetaria sino a la Nación, dado el estado de verdadero quebranto que puede observarse a través de sus balances, que solo se abultan ficticiamente con adelantos transitorios y letras a muchos años de plazo que no le genera ganancia alguna al Banco, pero sirven para disimular sus estados contables.

Ahora son las Leliq, pero antes fueron las Lebac que tienen una vieja historia porque su emisión arrancó en el año 2002, y los gobiernos kirchneristas las emitieron sistemáticamente para esterilizar las emisiones que realizan reiteradamente para la compra de moneda norteamericana. Hasta el 2015 las Lebac se emitían a 30, 60, 90 y más días de plazo, llegando a pagar intereses de hasta el 29 % en los plazos más largos. Al llegar Cambiemos al gobierno, la emisión de esas Lebac llegó a un crecimiento extraordinario, hasta que durante la gestión de Caputo al frente del banco se fue desarmando su emisión, siendo sustituidas por las Leliq, letras a muy corto plazo, cuyas tasas de interés fueron en aumento hasta llegar a picos muy altos durante 2018, y luego disminuir relativamente, hasta que con la corrida cambiaria posterior a las PASO fueron elevadas al 74,78 %. En ese momento el stock de Leliq llegó a un billón doscientos cincuenta mil millones de pesos, y la tasa de interés al 23 de agosto era de 74,98 %. Esos intereses suponían el pago de 2600 millones de pesos diarios, o sea 78.000 millones de pesos mensuales, llegando a casi un billón por año de haber seguido el progresivo endeudamiento. Cuando asumió el presidente Fernández sostuvo que iba a terminar con las Leliq para beneficiar a los jubilados, pero como tantas expresiones suyas no solo nada de eso ocurrió, sino que la carrera ascendente de los pasivos remunerados, ha seguido indetenible, y no se avizora cambio alguno al respecto, como si estuviera en la naturaleza de las cosas que esto puede continuar ininterrumpidamente, sin afectar a la institución monetaria que debido a su autonomía puede seguir endeudándose de manera ilimitada.

Descargar Resúmen de Balance BCRA