Ante la continuidad del endeudamiento, ¿se llegaría a algún límite para no seguir aumentando la deuda cuasifiscal del Banco Central?, el grave problema parece no advertirse. El presidente del banco Miguel Pesce declaró que las Letras de Liquidez (Leliq) garantizaran el ahorro de los depositantes, como si fueran decisiones financieras sin costo alguno, a lo que se suma el silencio de las autoridades económicas, que frente al dólar soja que permitirá llevar algunas reservas a la alicaída caja de la institución monetaria, se hacen las distraídas, como si la deuda remunerada no tuviera mayor significación.
En abril del corriente año las Leliq emitidas importan la suma de 5.000.366.103.000. En nuestro informe de noviembre mostramos que al día 23 de ese mes la deuda por Leliq emitidas había llegado a 9.516.674.937.000. Casi un mes después, y según el último informe semanal del Banco Central, la deuda ha crecido a 10.382.183.510. Una semana antes al 7 de diciembre era de 10.147.989.298, lo que pone en evidencia, como se sigue produciendo de manera indetenible este endeudamiento a través de mecanismos, que utiliza el gobierno para financiarse sin que se tome en cuenta el enorme costo que ello significa. La tasa de interés nominal anual (TNA) es del 75%, y que estimada anualmente llega al 107.35%, lo que pone en evidencia la magnitud de los intereses que se deben pagar a los bancos. En noviembre se pagaron 510.000 millones, y presumiblemente si se sigue a este ritmo y promediando la tasa de política monetaria actual con las anteriores, es posible que al cabo de un año los pagos, excedan los 6 billones de pesos. Traducida a dólares la deuda por Leliq excede los 57.000 millones de dólares.

Fuente: ODP 2022
Siempre hay una variedad de argumentos a mano para justificar esta emisión: el déficit, razones fiscales, la crisis de la deuda en pesos, aunque en cada caso no se arbitre ninguna solución y el stock de deuda siga creciendo imparable. Además como ya lo hemos señalado en todo ese procedimiento existe un círculo vicioso que se retroalimenta a sí mismo. El gobierno emite, aumenta la base monetaria, pero para que ese crecimiento sea moderado se emiten Leliq para rescatar mucho de lo emitido, pero como después hay que pagar intereses, se vuelve a emitir para pagarlos y una parte se refinancia, y así se sigue sin solución de continuidad.
Debe recordarse que el presidente Alberto Fernández al asumir se refirió a la deuda “usuraria” de Leliq que en diciembre de 2019 era de 1.9 billones, con tasas de interés del 58%, y que iba a terminar con el sistema, lo que se iba traducir en una mejora de las jubilaciones. Nada de eso ocurrió, la deuda creció más de 9 veces, y la tasa de interés anualizada es del 107%, con lo cual los hechos contradicen las palabras presidenciales. El Banco Central, carece de inversiones que le permitan pagar esa inmensa masa de dinero en circulación, por lo cual se limita a seguir alimentando con nuevas emisiones aquello que necesita para hacer los pagos.

Fuente: ODP, 2022
Como lo indica el estimador en tiempo real del Observatorio de la Deuda Pública (ODP) , cuya configuración matemática ha sido estructurada con prudencia, la deuda ha seguido creciendo segundo a segundo. Al 30 de noviembre la deuda de la Administración Central, sin contar los cupones atados al PBI es de 384.668 millones de dólares, estando el 33% en situación de pago normal en moneda local y el 67% se paga en moneda extranjera, lo que es una evidencia de las vulnerabilidades que sigue mostrando un endeudamiento que avanza y no existe posibilidad de pagar, sino seguir refinanciando, capitalizando intereses, con lo cual este viejo “sistema de la deuda” sigue su camino, con los consiguientes perjuicios para la economía argentina. La deuda bajo legislación argentina alcanza a 239.507 millones de dólares, lo que representa un 62.26 % de la deuda total, y el 37.74 % está bajo legislación extranjera.
De la deuda informada hay 2.467 millones de dólares pertenecientes a holdouts, cuya situación no ha sido regularizada aún, y se viene arrastrando desde los últimos canjes de deuda, y que tampoco fueron parte de los acuerdos celebrados en el año 2020.
Tal como lo informa el Ministerio de Economía en su boletín mensual: Con respecto al mes anterior, la deuda en situación de pago normal se incrementó en el equivalente a USD517 millones, representando un crecimiento mensual del 0,14%. La variación se explica por el incremento de la deuda en moneda extranjera en USD1.709 millones y la disminución de la deuda en moneda local por un monto equivalente en dólares de USD1.192 millones.
Durante los últimos 12 meses, el stock de deuda bruta en situación de pago normal se incrementó por el equivalente a 30.320 millones de dólares, debido al incremento de la deuda en moneda extranjera en 3.683 millones y al incremento en la deuda en moneda local por un monto equivalente a 26.637 millones de dólares.
En nuestro informe de noviembre mencionamos lo que está previsto presupuestariamente para el pago de intereses durante el año 2023, con lo que ello significa en desmedro de otros rubros que resultan muy significativos, pero el “sistema de la deuda” funciona de acuerdo con estas lógicas, que parecen inmodificables, y que nunca se ha querido cuestionar, ya que parece que existen dos únicos criterios al respecto: si la deuda se puede pagar se paga, y si no se lo puede hacer se la refinancia, ya que esa es la lógica, que anunciara hace más de 40 años el ex ministro Martínez de Hoz al decir que “la deuda no se paga nunca, lo que se pagan son los intereses”. De tal manera que el proceso sigue y todo queda subordinado a seguir negociando y pagando, aunque existan serios cuestionamientos legales que puedan hacerse, ya que los mismos nunca son considerados, en los análisis que se hacen, que solo están referidos a lo que el ex ministro Guzmán llamaba “la sustentabilidad de la deuda”
Un párrafo aparte merece la deuda mantenida con el Fondo Monetario Internacional, que, si bien tiene tasas de interés bajas, y no está atada a jurisdicción alguna, ya que no puede ser materia de controversia judicial, si representa condicionamientos y ajustes que el organismo multilateral le ha exigido al gobierno, aunque en los discursos tales condicionamientos se hallan morigerado. Lo preocupante del acuerdo celebrado con el FMI, es el monitoreo permanente que la institución hace de la economía, ya que, sin perjuicio de los análisis trimestrales, los funcionarios que están instalados en el Banco Central, controlan todo lo que hace la institución monetaria, que debe informarles minuciosamente lo que ocurre en materia financiera y cambiaria, como era de práctica durante la gestión del gobierno anterior.
Buenos Aires, 21 de diciembre de 2022
ALEJANDRO OLMOS GAONA